lunes, 10 de junio de 2013

El Twitter después de @carlosdmesag y @SachaLlorenti



El 1 de septiembre de 2011, el expresidente Carlos Mesa (2003-2005) y el entonces ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, habían avivado la red Twitter con una discusión sobre el conflicto por el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). “El Gobierno se luce. Llorenti ‘autoriza’ bloqueo de colonizadores contra marchistas y acusa a éstos de ser financiados por la ‘derecha’”, provocó aquél al referirse a un cerco contra la marcha en Yucumo.

A las 11.31 de ese día, la autoridad no soportó la arremetida y, ante el escrutinio de un público anónimo pendiente de su reacción, respondió: “Qué pena que la oposición haga campaña con mentiras, y justamente quienes no estuvieron a la altura del país ni de la historia”.

La discusión había terminado a las 16.55 con una sentencia de Llorenti: A Mesa “no le importó defender a Goni (Gonzalo Sánchez de Lozada) a capa y espada, pese a la entrega de nuestros recursos naturales, a Capasirca y un largo etcétera”. El aludido no se inmutó y el final resultó abierto hasta hoy.

Ahora, vía mensaje en Twitter para Animal Político y bajo el espíritu de los 140 caracteres, desde su residencia en Naciones Unidas, en Nueva York, Llorenti (@SachaLlorenti) tiene su criterio sobre aquella discusión. “El debate con Carlos Mesa fue respetuoso y considero que fue un acicate al desarrollo de las redes en nuestro país”.

Mesa (@carlosdmesag) cree en lo mismo. “Fue una gran experiencia. Abrió una brecha. Llorenti y yo debatimos con seriedad y respeto”, dice también a través de la red. Así se había instalado el primero de los debates reñidos entre políticos en el microbloguer, hoy atiborrado de falsos Evo Morales o reales alcaldes, diputados, senadores y líderes partidarios, de oficialismo y oposición, unos más activos y con más incidencia o frecuencia que otros.

De todos, sin embargo, los más visibles y consuetudinarios de esa red social son Mesa y Samuel Doria Medina, jefe de Unidad Nacional (UN), que lideran de lejos un ranking de los 15 políticos con más seguidores (followers, en inglés) preparado para esta edición dominical.

Por lo que se lee en su cuenta, el también periodista e historiador suele comentar de política, relaciones internacionales y de fútbol, especialmente. “Decidí ser tuitero por propuesta de mi hijo, para ‘dejar de ser analógico’”, se justifica.

Mesa se caracteriza por interactuar con sus seguidores, hasta recaba información para su conocimiento y archivos: hace unos días solicitó datos sobre los goleadores de ciertos años en el fútbol nacional.

Es diferente Doria Medina (@SDoriaMedina). No interactúa y usualmente sus mensajes no son retuiteados (reproducidos) por sus seguidores (el 2 de abril, @ElRetruco1 escribió con ironía: “Cuentas que retuitean a @SDoriaMedina: @ArturoMurilloS @educamposv @amedinaceli / Fin de la lista”). Sus tuits (mensajes) tienen dos líneas básicas: de cuestionamiento frontal al presidente Evo Morales, el Gobierno o el Movimiento Al Socialismo (MAS) y de propuesta de “unidad-alternativa” de la oposición (y de los bolivianos) ante sus detractores del oficialismo.

Incursión. Es un riesgo exponerse así ante el público. “Algunos se han dado cuenta de que lo que se hace en Twitter puede tener implicaciones en la esfera pública”, analiza Eliana Quiroz (e_liana), una de las activistas más entusiastas de la red.

Por ese su afán, Doria Medina tuvo más de un problema con sus adversarios políticos. El que más se recuerda fue una acusación contra Morales. “Que sea padre no es la noticia, que la madre sea menor de edad eso sí tiene implicaciones (...). Pregúntenle a la madre de la menor (la ministra Nemesia Achacollo)”, tuiteó.

Generó dudas y repulsa en su contra a la vez. Tuvo que disculparse, aunque no reculó en su comentario, mientras no se supo nada de la demanda que por el caso inició la colaboradora de Morales aludida.

Más allá de ellos (el empresario con 23.469 seguidores hasta el martes 4 y Mesa con 15.400), poco a poco incursionan en Twitter otros políticos y autoridades. Una de las últimas en ingresar en la red es la ministra de Autonomías, Claudia Peña (@claupenaclaros, el 20 de mayo de 2013). “¡Hola a todas y todos! Creo que éste es un buen día para entrar a Twitter. Mayo es un lindo mes siempre”, escribió el 20 de mayo al estrenarse de tuitera.

¿Cuántos políticos del país estarán en esto? “En todo caso, no son tan pocos. Hasta ahora se han identificado 70 cuentas de políticos y políticas bolivianos/as en Twitter”, informa Quiroz.

Un segundo ministro que tiene su cuenta es el de Culturas, Pablo Groux (@pablocesargroux). Consultado por DM (direct message, en inglés) sobre por qué eligió esa herramienta de comunicación, responde de manera concisa: “Por su formato (breve y concreto) estructura (libertad de elegir a quien sigues) y popularidad”.

Ni el presidente Morales ni el vicepresidente Álvaro García Linera usan Twitter. “Es que no tienen tiempo suficiente para atender eso”, aclara por ellos la ministra de Comunicación, Amanda Dávila, quien tampoco participa de esa red social. Sin embargo, oficiosos o fastidiosos crearon cuentas a nombre de los dos gobernantes, a las que quizás se adscriben con ingenuidad muchos tuiteros en el país y el mundo.

Una de ellas incluso supera en seguidores a Doria Medina y Mesa: Evo Morales (@evomorales), con 42.010 followers. Hay seis más, Evo Morales NO OFIC. (@presidenteevomo) con 6.017 seguidores, Plaid Evo Morales (@Plaid_Morales) con 1.339, Prez Evo Morales (Evo_Morales) con 735, Evo Morales Ayma (@EvoOfficial) con 466 y Evo Morales (@_Misantropo) con 373.

A García Linera le inventaron tres cuentas: @GarciaLinera con 1.708 seguidores, @a_linera con 123 y @AlvaroLinera con 38. Como hay falsas cuentas, también suelen haber falsos seguidores. En el mundo de Twitter son llamados “huevitos” (por la forma que se presentan en el perfil al no usar una foto real).

“La compra de seguidores es un fenómeno subterráneo del que se habla poco, pero que va a más”, decía un reportaje del diario El País de España, el 22 de abril de 2012. “(...) En lo que a mi toca, no tiene sentido inventar seguidores; la idea es compartir el mundo del Twitter”, comentó Mesa el 27 de mayo.

Seguidores. El 5 de marzo, el analista de redes sociales Pablo Andrés Rivero publicó en su blog un estudio sobre cuentas “infladas” de seguidores en el país. Según concluyó, en enero hubo un “crecimiento inusual” en la cuenta de Doria Medina, que de 8.000 followers en diciembre de 2012 pasó a tener 16.000 en enero de 2013.

Más allá de eso, tener seguidores no necesariamente implica más incidencia en ellos. “Probablemente, pero no es una condición definitiva. Los seguidores exigen ante todo inteligencia y pulcritud. Eso influye”, opina Groux.

“El incremento de seguidores tiene que ver sobre todo con la interacción. No puedes estar en el Twitter y sólo enviar mensajes”, dice Mesa, para quien la “mayor credibilidad depende de la trayectoria de uno como tuitero”. “Si los políticos usan Twitter para dialogar con la población, es bueno que ingresen; deben aguantar la crítica y ser proactivos”, reflexiona otro tuitero, Mario Durán (@mrduranch).

Así lo entendió el resto de la comunidad política con más seguidores en la plataforma, como la senadora Carmen Eva Gonzales (1.368), la embajadora de Bolivia en Alemania, Elizabeth Salguero (1.336); el gobernador del Beni, Carmelo Lens (1.332); la presidenta de la Cámara de Diputados, Betty Tejada (1.196); el senador Tomás Monasterios (1.078); el exviceminitro Gustavo Torrico (984); el senador René Martínez (868); el exministro Wálter Delgadillo (772) y los diputados Norma Piérola 660) y Andrés Ortega (642).

Twitter y la nueva narrativa política

Pablo Andrés Rivero es especialista en Comunicación Política (@payorivero)

Los medios sociales son plataformas de interacción en internet que ya se han constituido como otros “escenarios” para la práctica política. Eso sí, las nuevas herramientas en la web implican una nueva narrativa y una nueva forma de construir la imagen y el mensaje políticos.

Twitter, la plataforma web de envío de mensajes cortos de hasta 140 caracteres, seduce cada vez a más actores políticos porque posibilita el flujo directo y horizontal de ideas, posiciones e incluso respuestas de políticos a ciudadanos, y viceversa; puede servir de termómetro de intensidad e impacto de determinados mensajes políticos; y también se proyecta como una herramienta de campaña permanente, práctica que se consolida en la comunicación política contemporánea, dando por sentado sus enormes potencialidades en procesos electorales.

No todo es simpatía, por supuesto. Los actores políticos se exponen en este espacio de manera abierta al ataque y “bombardeo” desde cualquier frente. Un desliz, un error de apreciación o incluso de ortografía, como también un mensaje no elaborado con cuidado estratégico puede generar un efecto negativo y comprometer su imagen pública.

Es que sucede que hoy Twitter acoge a políticos, periodistas, medios, analistas, líderes de opinión, deportistas, artistas, famosos, ciudadanos e individuos, en igualdad de condiciones y en el “mismo terreno”. Esta plataforma web alimenta las agendas mediáticas y noticiosas que provocan un efecto inmediato en los medios de comunicación tradicionales como la televisión o la radio.

No extraña, por tanto, que en algunos casos equipos de asesores manejen o filtren cotidianamente la actividad tuitera de políticos, aunque hay ejemplos, incluso en Bolivia, de figuras públicas y políticas que han comprendido con precisión tanto oportunidades como riesgos en el uso de Twitter. Entre esas oportunidades, el intercambio y la conversación horizontal de algunos políticos les permite “humanizarse”, mostrarse más cercanos a la ciudadanía.

Pero hay otro factor importante. Twitter no se ha creado para expandir la práctica democrática ni tampoco para desarticular las asimetrías de la información y la comunicación en el mundo, es ante todo un negocio, un emprendimiento exitoso en la web que busca generar ganancias.

Su uso gratuito no exime al usuario de tener acceso a internet, lo cual inmediatamente se convierte en restrictivo y excluyente en las limitadas condiciones de conectividad y acceso a la web de Bolivia.

Twitter no es la panacea de la comunicación digital o política. Como otros fenómenos comunicacionales basados en el desarrollo de tecnologías, puede llegar a ser superado por nuevas iniciativas en el futuro. Con todo, ha incorporado un nuevo mecanismo de intercambio y flujo de información en la narrativa política que está cambiando la manera de producir y reproducir el mensaje, de construir la imagen, y de impactar de manera estratégica o equivocada en la opinión pública y, por tanto, de hacer política.


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